miércoles, 1 de diciembre de 2010

Trinidad de Cuba. Trinidad de siempre

Por José Rafael Gómez Reguera

Aunque el ejercicio periodístico me ha acompañado (o yo a él) durante algún tiempo, esta semana me siento mucho más feliz, por tener la oportunidad de personalizar un poquitín más mis ideas sobre este sitio tan hermoso que ya acumula 491 años de historia, y sigue al centro sur de Cuba, asombrando, invitando...

Me he permitido parafrasear a mi querido amigo, el investigador y pintor Víctor Echenagusía Peña, un coterráneo de esta zona, enclavada entre el mar Caribe y las montañas del macizo Guamuhaya, privilegiada por la naturaleza por disponer de un trozo de mar que uno llega a añorar cuando se está lejos, un valle que antaño le proporcionó inmensas riquezas y que hoy día sigue atrayendo a turistas nacionales y foráneos; las propias montañas, rodeadas de verdor y con un microclima envidiable, y para completar, una ciudad bella, muy bella.

No es que lo diga yo, orgulloso de siempre. Lo dicen todos los que se acercan a Trinidad que recientemente celebró su cumpleaños 491, cifra que se dice fácil, pero... ¿quién se atreve a vivirla, intensamente por demás, y aparecer cada mañana, a la salida del sol, con mucha más energía que antes, y estar a la puesta del astro Rey como una de las señoras más elegantes que he conocido? Eso sólo lo puede lograr la tercera de las villas fundadas por los españoles en Cuba en 1514, donde el Adelantado Diego Velásquez posó sus ojos... para insuflarle aliento y alimentarla de ambrosía, junto con quienes respiraron en los momentos fundacionales o en los siglos siguientes, hasta llegar a estos principios del siglo XXI.

Trinidad no es sólo de los trinitarios, es de todos los que estamos sobre la faz de la Tierra, y hasta de quienes físicamente ya no están con nosotros, pero nos acompañan con sus ideas, sus pensamientos, sus concepciones sobre la conservación y restauración, y entonces pienso en el amigo Macholo, quien fuera durante muchos años Director de la Oficina del Conservador de Trinidad y su Valle de los ingenios, y tantos otros que estuvieron y aún siguen haciendo a favor de este sitio, declarado por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Ha llegado el 2005 y Trinidad sigue con su deslumbrante esplendor en calles, plazas y plazuelas, y el calor y la gentileza de sus hombres y mujeres. Todos, celosos de la arquitectura y del amor que se respira, miramos hacia la eternidad, con los ojos de nuestra ciudad.

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