Se extrae madera en Topes de Collantes |
Sembrar, revisar si entre la tierra y la simiente
se produjo esa mágica simbiosis que permite vislumbrar un árbol vigoroso, o en
caso contrario, volver a plantar; talar para cumplimentar planes
socioeconómicos y reponer allí mismo para tiempos futuros; limpiar las áreas
amorosamente, pese al tórrido sol; hacer del ruidoso aserrío el día a día, con
su ronroneo, su polvo, para que al final salga una buena producción… Así es la
vida de los trabajadores forestales.
Es labor antiquísima,
porque es la madera de los materiales usados por el hombre para cobijarse y
construir sus primeras escuelas, iglesias, comercios, y otros centros sociales.
Trinidad misma, en sus inicios, no fue otra cosa que madera por doquier, hasta
que los peligrosos incendios aconsejaron y obligaron a utilizar algo más
duradero y fuerte.
Pero sigue la madera como signo distintivo en los antiguos muebles, cada
día con mayor valor, en las puertas hechas para resaltar lo artístico en lo
artesanal; los balaustres de las ventanas, renacidos al calor del desarrollo
turístico, aportando sobriedad y elegancia…
Del quehacer de los
forestales salen todas esas maravillas y aun otras más. Ahí están para la
eternidad, causando el asombro de lugareños y visitantes, que, ni por asomo,
piensan en quienes sembraron, cuidaron, talaron, les dieron forma. Esos hombres
y mujeres que habrá que reconocer siempre.